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Economia (página 2)




Enviado por capecchigio



Partes: 1, 2, 3, 4

Por la enorme trascendencia de este asunto se deben
efectuar con mucha claridad y desde el principio algunas
precisiones. Si bien es cierto que pueden constatarse en la
economía mundial señales de tal "globalización", para comprender su
verdadero sentido, dimensión y alcance (y, por ende,
disponer de elementos para construir una interpretación
con argumentos de fondo al respecto), aquellas señales
requieren la elaboración del más  amplio y
profundo análisis económico posible, como
parte que son del avance y desarrollo (y de las características principales) del sistema
capitalista en el cual se encuadran. Porque no puede dejarse de
tener siempre presente que una investigación en sí debe tratar de
explicar la esencia de los procesos que determinan las realidades
que estudia y no meramente describir estas últimas como
simples hechos consumados.

Este trabajo presenta un enfoque que intenta demostrar
las particularidades determinantes de la etapa que
está  viviendo la economía mundial y sus
consecuencias sociales, políticas e inclusive
ideológicas, especialmente en países
subdesarrollados y dependientes como los latinoamericanos; pero
también en otros, incluidos los países
desarrollados y aquéllos que no lo son y se encuentran en
zonas desarrolladas, fundamentalmente en Europa Oriental.
Por su intermedio, entonces, se deberán encontrar los
principales elementos y tendencias referidas a categorías,
variables y/o
temas económicos que fijan el actual funcionamiento
internacional; no sólo hechos descriptivos de una
globalidad que no presenta (o por lo menos no hace énfasis
en) su razón de ser ni en sus consecuencias y costos
económicos, sociales y humanos.

En este último sentido resulta indicativo, como
una primera aproximación al significado real, por lo menos
en términos económicos, del concepto de
"globalización", el que la propia CEPAL refiere en su
Informe 1995 "La
inversión
extranjera en América
Latina y el Caribe", donde toma, inclusive, como fuente a
John Dunning ("Empresas
multinacionales y economía global, 1993, Reading,
Maryland, Addison-Wesley Publishing Company Inc.). Dice en su
página 16: "Se entiende por globalización el
proceso
mediante el cual una parte mayoritaria y creciente de la riqueza
y el valor se
genera o produce a través de redes privadas
interconectadas de producción y abastecimiento. Es decir
se trata de un proceso cada
vez más intenso de "producción internacional",
concepto que John Dunning define como el "conjunto de actividades
que agregan valor,
organizadas transnacionalmente por una firma (ET), que tiene la
propiedad o el
control."

De esta forma, la configuración principal del
sistema mundial capitalista queda pautada por un tipo de estructura, de
desarrollo, de funcionamiento y de tendencias económicas,
cualitativamente diferentes a los que el concepto y la
acción del fenómeno "globalizador" hoy en boga
viene apuntando; porque habrá  que ver, entonces, el
papel y el
grado a que ha llegado el gran capital
privado y su concentración, centralización e
internacionalización en un sistema cuya esencia
económica (desarrollo desigual y combinado) ha sido
diferenciadora y creadora, desde su inicio, de disparidades
crecientes, dominaciones y dependencias en términos de
clases
sociales, países y regiones, ya sea en lo
económico como en lo social, lo político y lo
ideológico.

Así se puede llegar a la hipótesis central de que el sistema
capitalista está  viviendo una nueva fase de su
desarrollo histórico y mundial, inclusive (aunque pueda
parecer aventurado) desde el punto de vista teórico. De
esta forma el análisis derivará  en un
diagnóstico y una perspectiva muy distintas
de la realidad mundial, de las relaciones
internacionales regionales y de las situaciones nacionales de
los diferentes países, tanto en aspectos estructurales
como de objetivos y
aplicación de medidas de política
económica.

El mismo deberá  ser producto (o
simplemente no ser) de fuerzas económicas y sociales
distintas (y/o nuevas) a las hoy predominantes, tanto nacionales
como internacionales, para crear otras sociedades,
otras economías, otros Estados. Sin que éstas
estén signadas por el incremento de las múltiples
dependencias, diferenciaciones y discriminaciones de clases y
países; ni por las perjudiciales consecuencias que traen
para tantos seres humanos como producto de la
hegemonía y la dominación de los poderosos
intereses económicos, políticos y sociales que
rigen esa denominada "globalización" que hoy pretende
dirigir, de hecho, a todo el mundo en dirección al siglo XXI.

 

Se concretan en cada una de las diversas sociedades,
economías y Estados los grados particulares en que se
expresa históricamente la relación entre los
binomios desarrollo/subdesarrollo
y dominación/dependencia. Todos estos criterios y
precisiones intentan, de acuerdo a la actual situación que
viven las economías mundial y latinoamericana, abordar y
desarrollar.

Así, estudiado el panorama mundial y regional del
avance ocurrido en el capitalismo
internacional, se podrá disponer de un marco
teórico/práctico dentro del cual podrán
evaluarse las causas y consecuencias reales de esa
"globalización" mundial en lo económico/social, con
todo lo que ello significa en lo
político/ideológico, y en relación con sus
políticas y medidas correspondientes, tanto en lo nacional
como en lo regional.

En función
del conjunto de objetivos planteados, se partirá  del
concepto de que "Los marcos internacionales y su incidencia
dentro de las economías internas son considerados, por lo
tanto, como aspectos que influyen y condicionan de modo
importante a economías subdesarrolladas y dependientes
como son la uruguaya, la argentina, la
brasileña y la paraguaya…". A partir de esta
configuración, vale la aclaratoria que ello "no debe
interpretarse en el sentido de que los asuntos internos son
totalmente determinados por hechos o decisiones internacionales,
de la misma manera que tampoco son plenamente
autónomos."

Tal aclaratoria se hace respetando la
comprobación histórica de que, aun dentro de ese
genérico condicionamiento e influencia, cada tipo de
economía, sociedad o
Estado
(nacional, regional, continental) los expresa en función de
las peculiaridades con que los procesos respectivos se
manifiestan y desenvuelven. De ahí, precisamente, el valor
y la necesidad de la existencia de estudios específicos
que permitan captar esas tan complejas combinaciones de
múltiples aspectos y  áreas
(económicas, sociales, políticas), que resultan ser
(y se dan en) cada país y/o región a través
de su proceso histórico.

Por consiguiente, se ratifica la idea de que "La
relación entre lo interno y lo externo, en definitiva, se
presenta de modo típicamente dialéctico,
interrelacionado y se definirá  en virtud de cada
realidad concreta y sus antecedentes históricos"; de donde
"se deriva de modo más general que en toda sociedad
predominarán los elementos internos en el sentido antes
enunciado, es decir de acuerdo a cómo se articule la
combinación interrelacionada entre lo internacional y lo
nacional".

De esta combinación dialéctica se
desprende, a su vez, una consecuencia importante que ratifica
aún más la complejidad de esa determinación:
"Las realidades históricas demuestran que lo internacional
se expresa generalmente en dicho tipo de economías
mediante acontecimientos o configuraciones de diversa
índole que, inclusive, llegan a agregar, con el tiempo,
peculiaridades a cada país. Estas configuraciones, en
muchos casos, terminan combinándose y vinculándose
estrechamente a las particularidades inherentes de cada
país y estas mismas particularidades inherentes determinan
que iguales acontecimientos internacionales puedan resultar de
diferente envergadura, calidad y tipo de
influencia en cada país."

CONCERTACIÓN
Y
CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL.

¿Triunfo del
capital o manifestación de la
descomposición?

El proceso de mayor concentración y
centralización capitalista, hasta el presente,
había tenido lugar a comienzos de siglo. Se
verificó así, la vigencia de las leyes expuestas
por Carlos Marx en El
Capital. Con la era de los monopolios se conformó
definitivamente el sistema imperialista, mediante un reparto o
‘cartelización’ del mercado por los grandes
trusts.

Este fin de siglo parece estar alumbrando una nueva
furia monopolizadora, equivalente o superior a aquélla.
Refiriéndose a lo que acontece en los EE.UU., "la
mayoría de los analistas prevé que esto va a
continuar indefinidamente", señala The Economist, aunque
lo hace con preocupación, porque esta "fiebre de fusiones" o
"fusionmanía" – como la denomina -, "acompañada de
una acelerada alza de las cotizaciones de las acciones, de
los precios de la
propiedad
inmobiliaria y de las obras de arte,
sugiere

n que Estados Unidos
está desarrollando una burbuja
económica".

Por la vía de "fusiones",
"adquisiciones", "consolidaciones", "Opas", etc., la prensa
capitalista no deja de sorprenderse por la magnitud que
está alcanzando este proceso. La ola de fusiones viene
acompañada de ‘nuevos paradigmas’, que expresan la "creencia
generalizada de que la economía de Estados Unidos ha
entrado en una nueva era dorada en la que las viejas reglas (por
ejemplo, que todo lo que sube puede bajar) ya no
rigen".

The Economist, que hasta hace poco era uno de los
principales apologistas de ese ‘boom’, ha comenzado a
virar y a alarmarse: "La reciente locura por las fusiones,
incluyendo una oleada de inmensas fusiones bancarias, es una
característica saliente de las economías burbuja",
lo que – dice la revista
londinense – llevó en cada una de "la champagne tiene un
sabor maravilloso hasta que las burbujas se le suben a uno a la
cabeza, las burbujas financieras tienden a producir fuertes
malestares económicos después de la
borrachera".

¿’Mundialización’ del
capital o ‘purga’
intercapitalista?

Marx y Engels – el último llegó a analizar
incluso la primera fase de la gran monopolización que
despuntó en la última década del siglo XIX
-, consideraron siempre a la concentración y
centralización del capital como una manifestación
de ‘maduración’ de las relaciones de
producción capitalista y, sobre todo, del choque
irreconciliable entre las necesidades del desenvolvimiento de las
fuerzas productivas y las relaciones de propiedad dominantes; es
decir, del carácter
finito o del ‘límite histórico’ al que
arribaba obligadamente este modo de producción.

Bajo el dominio del
capital financiero, las crisis de
sobreproducción, de proporcionalidad entre los diversos
sectores de la producción, de pauperización y
polarización crecientes – fenómenos
característicos de la época capitalista – se
transforman cada vez más en crisis
‘sistémicas’, crisis estructurales de
catastróficas consecuencias sociales, que colocan a su
etapa imperialista bajo el signo ‘de las guerras y las
revoluciones’ (Lenín). Se sientan así las
bases ‘objetivas’ para el derrocamiento
revolucionario del capitalismo.

Contradictoriamente con todo lo que enseñaron
Marx y Engels,
sin embargo, tras su muerte y en el
mismo momento en que transcurría la primera ‘fiebre
de fusiones’, se abrió paso en la social-democracia
una concepción diametralmente opuesta: la de un
idílico desenvolvimiento económico y social. Igual
que ahora, ‘teorías’ sobre la
‘mundialización’ o
‘globalización’ del capital, inundaron el
‘mercado’, sosteniendo que la conformación de
los monopolios era la vía para la ‘aldea
global’ (para la social-democracia se realizaría por
esa vía el ‘socialismo
en forma ‘indolora’).

Analizando este asunto durante su época, cuando
tuvo lugar la primera gran internalización del capital,
Nikolai Bujarin explica que la tendencia a la
monopolización, a los trusts y a la
internacionalización del capital "choca con una tendencia
más fuerte", la de "la nacionalización del capital
y al cierre de las fronteras". La social-democracia – como la
inmensa mayoría del pensamiento de
‘izquierda’ de nuestros días -, no sólo
negaba esta dialéctica; negaba también que el
capitalismo fuera un "proceso de contradicciones" que lo conduce
inevitablemente a su descomposición y derrumbe. "La
sociedad capitalista – decía Bujarin polemizando con Rosa
de Luxemburgo – es una ‘unidad de contradicciones’.
El proceso del movimiento de
la sociedad capitalista es un proceso permanente de reproducción de contradicciones
capitalistas. El proceso de reproducción ampliada es un proceso de
reproducción ampliada de esas contradicciones. Si esto es
así, entonces resulta evidente que estas contradicciones
tienen que hacer saltar finalmente el sistema capitalista en su
conjunto. Así hemos llegado al límite del
capitalismo".

Los bolcheviques, que de acuerdo a la opinión hoy
dominante serían unos ‘vulgares
catastrofistas’, demostraron que tenían
razón. Las ‘ilusiones’ de la social-democracia
se pagaron muy caro. A pesar de las ‘teorías’ de la
‘mundialización’ del capital de Kautsky, la
socialización de la
producción’ ejecutada por el capital financiero no
condujo a la ‘transición pacífica’ al
socialismo,
sino a la 1ª y la 2ª Guerra
Mundiales: los ‘cárteles’ se deshicieron, y
los diferentes trusts y Estados imperialistas se despedazaron
para defender sus mercados.

La ‘socialización de la
producción’ – incesante sin dudas bajo la era
moderna -, es sólo un polo de las contradicciones de este
régimen social de producción. Una ‘unidad
mundial’ del capital es una quimera en las condiciones de
este régimen social de producción. La finalidad
ideológica de estas ‘teorías’ que, de
tanto en tanto se remozan, es ocultar las contradicciones
insalvables del sistema imperialista y la barbarie a que
conduce.

Las ‘modernas teorías’ sobre la
‘mundialización’ del capital reaparecieron, a
partir de fines de los 60 y principios de los
70, con el agotamiento de la ‘era dorada’ de la
reconstrucción de postguerra y la emergencia de una gran
crisis capitalista. Esta crisis se expresó, primero en
1971, en la quiebra de los
acuerdos monetarios de Bretton Woods (1944), y después, en
dos sucesivas ‘explosiones’ de los precios del
petróleo.

Como manifestación de esta primera gran crisis de
Postguerra, el imperialismo
yanki comenzaba a ‘victimizar’ a sus socios que
había ayudado a reconstruir (plan
Marshall).

Fue precisamente el período en que, en Europa, se
inició un debate entre
un sector de la ‘izquierda’ académica, que
‘redescubre’ la vigencia de ciertas imposturas
kautskianas, como reacción al ‘superimperialismo
norteamericano’.

Uno de los cultores de la
‘mundialización’ fue Nicos Poulantzas, quien
pondrá de ‘moda’ la
especie de "la función ‘decisiva’,
‘dominante’ del capital americano a escala mundial",
que como fue criticado correctamente por Christian Leucate, "lo
lleva paradójicamente a ignorar en lo esencial los efectos
de localización y el conjunto de los problemas de
circulación que resultan del carácter desigual del
desarrollo del proceso productivo capitalista. ¿Es
necesario recordar que el capital no solamente no está
totalmente unificado, sino también que no se mueve dentro
del simple espacio abstracto del mercado mundial? El sistema de
las economías nacionales, concebidas como entidades
territoriales y políticas, como formaciones sociales
distintas, como unidades económicas unidas por el
intercambio mundial de los capitales y de las mercancías
sigue siendo verdaderamente el lugar principal donde se
desarrollan, en formas múltiples, la contradicción
entre la socialización mundial de las fuerzas productivas
y un proceso de internacionalización del capital realizado
bajo la dominación del imperialismo
USA".

En todas las apologías de la
‘mundialización’ del capital, desde Bernstein
y Kautsky a Poulantzas, hay un reduccionismo economicista que
Bujarin advirtió. Bujarin demostró cómo las
contradicciones y las crisis económicas se dirimen siempre
en la arena política: "la
contradicción entre el trabajo social
mundial y la apropiación ‘nacional’/estatal se
expresa en el conflicto
entre las organizaciones
estatales del capital y en las guerras
capitalistas".

Las ilusiones sobre un ‘capital mundial’ o
una burguesía ‘cosmopolita’ han dado lugar
históricamente a grandes unilateralidades,
‘igualando’ no sólo a todas las
burguesías imperialistas, también a las de los
países atrasados; o colocando a esas burguesías
‘nacionales’ en las antípodas de las primeras,
subordinando a un segundo plano la lucha
burguesía/proletariado. Ambas imposturas se han combinado,
y por supuesto unas se han mutado en las otras.

Helmut Kohl, el
‘catastrofista’

Por primera vez desde la 2ª Guerra, a
fines de junio de 1997, en medio de grandes choques comerciales
en Europa y de disputas por la dirección del futuro Banco Central
Europeo, el jefe de la mayor potencia del
viejo continente –Alemania
agitó el fantasma de una nueva conflagración
mundial. Para Helmut Kohl "habrá guerra o paz en el siglo
XXI" en función –dijo- de cómo se arribe a
los objetivos de Maastricht, es decir, la ‘unidad
europea’ y la ‘fortaleza’ de la moneda
única (el ‘euro’). Dado que esos objetivos son
interpretados en forma diferente por los diversos
‘socios’ europeos, es evidente que hay un conflicto en
ciernes entre las burguesías alemana, francesa, inglesa e
italiana, por lo menos, y especialmente, con la norteamericana, y
aún la japonesa, que esperan explotar esa
‘unidad’ en su beneficio.

Si el ‘peligro’ de la ‘guerra
fría’ sirvió, entre otras cosas
también, de escudo —no contra el ‘comunismo’— sino para ocultar las
grandes contradicciones capitalistas, su
‘desaparición’ las ha hecho aflorar en forma
violenta. Dada la enorme crisis mundial de sobreproducción
de mercancías y excedencia de capitales, la
‘caída’ del ‘socialismo real’
lejos de ‘contrarrestar’ esta crisis la ha
agravado.

‘Teóricamente’, la
monopolización de la concurrencia debiera llevar a la
‘mundialización’ del capital; es decir, forma
parte de su ‘reproducción ampliada’ lógica.
Sin embargo, el capital financiero no puede perder su
marca de
origen’, o más rigurosamente, jamás
podrá perder la condición ‘nacional’
(imperialista) sin privarse a sí mismo de los atributos
que ha creado para consagrar su dominación. Esto es, su
Estado y los
recursos puestos
a su disposición (¡militarismo!). Tenemos así
la ‘cuadratura del círculo’, o en palabras de
Bujarin, la "reproducción ampliada de sus
contradicciones".

Recientemente, Le Monde publicó un estudio que
revelaba que lo sucedido en la industria
aeronáutica con la ‘megafusión’ de la
Boeing y la McDonell Douglas, se estaba reproduciendo
también en la industria de
las telecomunicaciones. "Una tríada" de tres
grandes pulpos yankis, con WorldCom-MCI a la cabeza -fruto de una
‘megafusión’ reciente-, junto a American
Telegraph and Telephone (ATT) y Sprint, conformarán ya "un
oligopolio
mundial" que "representa el 85% del mercado internacional" de las
telecomunicaciones. Esto ha provocado la
reacción ‘lógica’ de otros
‘concurrentes’ del mercado, en primer lugar las
burguesías imperialistas afectadas, que como "Telecom
Italia decide
dejar plantada a ATT" tras meses de negociaciones para una
‘alianza’. Ahora, la italiana se fusionó con
la inglesa Cable & Wireless para
frenar las pretensiones de ‘desembarco’ del pulpo
yanki en Europa.

La tendencia a las fusiones -a la concentración
capitalista- presupone obligadamente también la contraria.
Por esto, los mismos estados imperialistas que alientan la
concentración de sus monopolios como una vía para
salvarlos de la crisis, pueden actuar -y actúan- en forma
diferente, forzando incluso la no realización de
determinadas fusiones. Es lo que seguramente está
ocurriendo en la aeronáutica comercial de los EE.UU. La
ola de fusiones que se desató tras la anunciada alianza de
United con Delta plantea "la posibilidad de que las seis mayores
aerolíneas de los EE.UU. formen tres grandes empresas que
controlarían un 80% de los pasajes (dentro) del
país", que según The Wall Street Journal "no le
gusta al gobierno de los
EE.UU.". Esas alianzas, además, tendrían un
carácter efímero, "alianzas de marketing (que
no llegan a ser fusiones)".

The Wall Street Journal califica de "postura confusa" a
la de EE.UU., porque "mientras promueve acuerdos internacionales
para compartir vuelos quiere proteger a las pequeñas
aerolíneas de las grandes", pero omite que ello
estaría dictado por el temor a la entrada de la competencia
extranjera y a un sistema de fusiones tan inestable que
podría desatar una guerra de tarifas en cualquier momento,
derrumbando aún más los beneficios
capitalistas.

Ciertamente, la "ola de fusiones y adquisiciones sin
precedentes", como la califica Fortune, "a diferencia del boom de
fusiones de otras épocas, en que se combinaban
compañías de distintos sectores, involucran
‘combinaciones estratégicas’ de empresas de la
misma industria. Su objetivo es
utilizar la escala para
dominar el mercado".

La ‘furia’ de fusiones es un recurso
excepcional que interpone el capital financiero para evitar las
crisis, pero lo que hoy puede ser un recurso
‘contrarrestante’, ulteriormente, no hace más
que potenciarlas.

El capitalismo inglés
tuvo un ‘dominio’
irrestricto del planeta durante más de un siglo. El
capitalismo norteamericano que ocupó su lugar a partir de
la última postguerra tuvo que vérselas con sus
‘competidores’ europeos y el Japón,
menos de 25 años después. La tendencia a la
internacionalización del capital convive obligadamente con
la tendencia a su fraccionamiento: "es imprescindible tener en
cuenta el desajuste estructural que se opera, en la fase
imperialista, entre reproducción económica del
capital (cuyo ciclo tiende a estar enteramente
internacionalizado) y la reproducción social de las
relaciones sociales de producción (cuyo lugar sigue siendo
necesariamente la estructura de
las formaciones sociales burguesas)".

Concluimos entonces. La ‘unificación
mundial’ del ‘mercado’ es una
contradicción en sí misma. Por un lado, el capital
no puede desenvolverse sin alentar y recrear
sistemáticamente las ‘desigualdades’, la
‘anarquía’ y el ‘caos’ inherentes
al régimen específico del modo de producción
capitalista. Por el otro, el capital tampoco puede reproducirse y
desenvolverse en forma ‘ampliada’ sin provocar una
creciente ‘socialización’ de la
producción y una extrema polarización entre un
puñado de ‘super-ricos’ y un inmenso mundo de
miserables y explotados. Todo esto alcanza tal magnitud bajo el
dominio del capital monopolista que no hace más que
exponer, en forma cada vez más aguda, la caducidad
histórica de este régimen social, sus tendencias a
la putrefacción y a la barbarie y la necesidad ineluctable
de su reemplazo.

"Choques
sangrientos"

La amenaza del ‘super’ – canciller
alemán (‘reelecto’ cuatro veces, aunque ahora
parece en caída
libre), huelga casi
decirlo, no fue un exabrupto. Hay quienes creen que la
prepotencia entre países se ejerce sólo contra el
mundo semicolonial -y ahora los ex-‘socialistas’. A
estas naciones sometidas al atraso y el saqueo por el capital
financiero, los ‘globalizadores’ las denominan
‘en desarrollo’, no sólo para encubrir esa
expoliación, sino sobretodo la propia categoría
‘imperialismo’, que han borrado de las
ciencias
sociales’.

Los vendedores de ‘espejitos’ dicen que la
‘prepotencia’ estaría en ‘desuso’,
o que sería ya un rasgo ‘menor’ o hasta
‘tolerable’ del mundo ‘avanzado’, el cual
habría logrado la ‘proeza’ de hacer
desaparecer sus tendencias más destructivas
(‘imperialistas’): los choques entre
‘potencias’ serían ahora
‘civilizados’.

Este macaneo, que domina los ámbitos
académicos, incluso entre los más
‘izquierdistas’, no sólo fue desmentido por
Kohl; es lo que demuestra el constante in crescendo de los
últimos años en materia de
choques ‘comerciales’ y prácticas de
dumping
(colocación de la producción en el mercado por
debajo de su precio de
producción) entre los EE.UU., Europa y Japón.

A pesar de esto, en la prensa
capitalista domina un lenguaje
‘lavado’ o alambicado para referirse a este proceso.
Lo que se llaman "fusiones", "consolidaciones" o "adquisiciones"
son frecuentemente, en realidad, "take-overs", adquisiciones
‘hostiles’ o ‘capturas’ dirigidas a
hundir a los ‘competidores’ para hacerlos
‘desaparecer’. No son compras para
facilitar la ‘ampliación de la
producción’, sino para eliminar capitales excedentes
del mercado. Lo que se está persiguiendo es el cierre de
plantas, la
modificación radical de las relaciones
laborales (‘flexibilización’,
‘tercerizaciones’, etc.) y, sobre todo, una
expulsión masiva de trabajadores que dejará las
cifras de desempleo
actuales – que ya alcanzan niveles sin precedentes en toda una
serie de países – como un recuerdo de ‘buenos
tiempos’. Este es el gran objetivo que
incentiva las ‘fusiones’, como lo dicen sin
escrúpulos los gerentes de los grandes pulpos.

Se trata de una destrucción masiva de riqueza y
fuerzas productivas -¡en medio de un mar de necesidades
básicas insatisfechas a escala mundial!. Los monopolios no
tienen como transformar esa riqueza en ‘capital
productivo’, los capitales entonces ‘sobran’.
Las mercancías que ese ‘capital’ produce no
las acepta el mercado, por lo tanto ‘no se verifican’
como mercancías, es ‘capital
muerto’.

En estos cierres fabriles y ‘achiques’, lo
que se envía a la basura no son
maquinarias o equipos ‘tecnológicamente
obsoletos’. Lo sucedido con la planta belga de la Renault
reveló que lo que se ‘desecha’ son plantas
ultramodernas.

Ya no bastan los ‘viejos recursos’
de las naciones ‘poderosas’ para contrarrestar las
crisis de sobreproducción y las bancarrotas. No basta con
descargarlas sobre la inmensa masa de los pordioseros del
‘tercer mundo’. Por la magnitud de sus
contradicciones y de las del régimen imperialista en su
conjunto, las potencias imperialistas están obligadas a
despedazarse y a atacar, fundamentalmente, a sus propios
trabajadores.

Quiere decir entonces que las ‘megafusiones’
– las que se realizan, y también las que fracasan-
están indicando una impresionante escalada de ‘toma
de posiciones’ en el mercado, por la vía de recursos
extraordinarios. El más importante de estos es la
acción de cada estado imperialista, que, como vimos, salen
abiertamente a resguardar los intereses de sus monopolios. Se
delata así que los pulpos tienden a operar no a
través de las leyes de la
‘competencia’ mercantil, sino de leyes
‘extraeconómicas’.

La afamada ‘superioridad’ del mercado se
deschava como un gigantesco ‘fraude’. Ya
demostró Engels que el ‘darwinismo mercantil’
que "los economistas celebran como la más grande conquista
histórica, es el estado
natural -no de la ‘civilización’ sino- del
reino animal".

Por la vía del monopolio se
expresa, en último término, no el dominio de las
leyes del mercado, sino la tendencia a su disolución y la
del régimen social en que se asienta. Es esto precisamente
lo que señalaron las ‘vetustas’ leyes
descubiertas por Marx.

"Ola de fusiones que
podría superar la de los ‘barones
ladrones’…"

Pues bien, en la base de todo este proceso
‘sangriento’ de fin de siglo reaparece esa tendencia
a una furiosa monopolización capitalista como la que se
vivió en su momento entre 1890 y 1905/10.

En los EE.UU., "la magnitud de su volumen
está dejando estupefactos a los banqueros de inversión. ‘La intensidad del negocio
casi da miedo -dice Steve Koch, codirector de fusiones y
adquisiciones en Credit Suisse First Boston-. Simplemente hay una
actividad asombrosa’…". Esto se decía un mes antes
de desatada la ola de ‘megafusiones’ bancarias que
provocó la de Citicorp -el segundo banco comercial-
con Travelers Group -firma Nº 1 en servicios
financieros- que, cuando se anunció, The Wall Street
Journal dijo que "estremece al mundo de las finanzas" y
calificó como "la mayor fusión de
la historia". A
ésta siguió, inmediatamente, la del BankAmerica y
NationsBank, quinto y tercer banco comerciales de los EE.UU. y
"segunda fusión
más grande de la historia de los EE.UU." y, el mismo
día, la de Bank One y First Chicago, que seguían a
los anteriores en el ‘ránking’ de los mayores
bancos
comerciales norteamericanos. "La velocidad
vertiginosa de (estos acuerdos) … comenzó, según
The Wall Street Journal, hace más de una década" y
"en cinco años", dice el ex-presidente del ahora fusionado
Bank One, sólo "habrá cinco o seis grandes bancos".

A principios de
marzo se decía que "probablemente nos encontremos en medio
del mayor auge de uniones en la historia de Estados Unidos. En
1997, hubo una actividad de fusiones y adquisiciones jamás
vista anteriormente. Según Securities Data, el valor total
de todos los acuerdos anunciados en EE.UU. alcanzó los u$s
908.000 millones, un 47% más que el total de 1996, que fue
en sí un año récord. En total se cerraron
11.029 tratos". The Economist lleva las fusiones en los EE.UU. en
1997 hasta "957.000 millones de dólares (equivalente al
12% del PBI), más que los que los 138.000 millones de 1991
(2% del PBI). Este promete ser otro año
récord".

También "las fusiones y adquisiciones europeas
alcanzaron un nivel récord en 1997, totalizando 419.000
millones de dólares -incluyendo a la unión entre
los bancos suizos UBS y SBC a principios de diciembre". A pesar
de estas cifras, en diciembre, "Philip Keevil, encargado de
fusiones y adquisiciones en Salmón Smith Barney -uno de
los principales bancos de ‘inversión’ de New York-",
decía que "sin embargo, Europa, representa la nueva
frontera para la expansión de los negocios el
próximo año". Así "prevén boom (de
fusiones) en Europa en 1998".

Japón parecía refractario hasta hace poco
a este proceso. En 1997, las fusiones ascendieron sólo a
"10.500 millones de dólares" según Daiwa
Securities, pero también aquí parece que "la hora
de las fusiones ha llegado": una "fiebre de fusiones contagia" a
Japón. Hasta ahora, "en Japón las fusiones suelen
decepcionar a los inversionistas, porque generalmente no resultan
en la clase de despidos masivos que pueden aumentar las ganancias
de una empresa".
Claro que el incremento esperado de las fusiones aquí,
también, tiene como "principal motivo la
desesperación de muchas compañías
japonesas".

A escala de los EE.UU., "para encontrar un
período similar de cambio
económico y de fiebre por las fusiones, hay que remontarse
al siglo pasado, en la década de 1890", dice Fortune,
aunque es evidente que se trata de un fenómeno que se
reproduce a escala mundial. Para EE.UU., en moneda a valor
constante y con relación a su PBI, esta
‘fiebre’ de fusiones está ya al nivel de la
que la precedió entre 1984 y 1988 (tomando cifras de 1993
a 1997), con un volumen
equivalente al 24/25% del PBI. Sólo la
‘fiebre’ histórica que alumbró con el
siglo XX, cuyo punto más alto se alcanzó entre los
años 1898 y 1902 tuvo un volumen equivalente al 34% del
PBI de la época (entonces, la economía
norteamericana no tenía aún la dimensión que
alcanzó en los últimos 50 años; mucho mayor
en la actualidad de lo que era a principios de siglo, comparada
en términos relativos con las otras naciones
imperialistas.

"Esta ola" de fusiones, dice Fortune respecto a los
EE.UU. "podría sobrepasar la bonanza de la época de
los ‘barones ladrones’…" (así pasaron a la
historia los que protagonizaron la primera ‘gran
ola’). Ya "las transacciones anunciadas este año
ascienden a 444.330 millones de dólares, según
Securities Data, una cifra que representa casi la mitad del total
récord de 1997"; esto en sólo 3 meses y medio de
1998. Está claro que la ‘frontera’ de las
fusiones tampoco ha llegado a los EE.UU.

Por otra parte, la revista de las
grandes finanzas
yankis que venimos citando se refiere a esas "tres grandes
oleadas" cuatrianuales como a procesos independientes, cuando
existe plena evidencia que las dos últimas forman parte de
un único proceso que estamos recorriendo.

Otro aspecto que estaría indicando que la
tendencia presente a las "fusiones" y "consolidaciones" va
más allá de todo lo conocido en el pasado es que
"ahora se anuncia la fusión de los mercados (las
bolsas), que marcaría otro paso en la historia". Las
bolsas donde cotizan las acciones y los
títulos de la deuda
pública de los estados, se encontraban en los EE.UU.
ya suficientemente concentradas: "entre 1940 y 1980 … cayeron
de 18 a 7". Ahora se anunció la fusión del American
Stock Exchange (AMEX), "la segunda Bolsa de los EE.UU.", con
Nasdaq, importante bolsa surgida de otro proceso de fusiones en
los 60, lo que todavía "favorece más la
consolidación de las bolsas de EE.UU.". Como ha sucedido
en todo el mundo, este proceso tiene que ver también con
el retroceso relativo de las Bolsas como ámbito
‘natural’ para la comercialización de las acciones, las que
en forma creciente se efectúa a través de los
llamados ‘fondos comunes de inversiones’ y ‘mercados
terciarios’, que operan no sólo en acciones, sino
también el floreciente negocio de ‘opciones’ y
‘derivados’. Por la vía de su fusión
los grandes agentes de Bolsa están peleando su tajada del
mercado accionario, aunque siguen monopolizando el filón
de la especulación financiera internacional que se da a
través de títulos y bonos
públicos y que ha crecido exponencialmente en los
últimos 20 años.

El proceso de fusiones de los mercados de valores se ha
extendido, también, al de los llamados
‘derivados’: "Hace dos años, la New York
Merchantile Exchange, que se concentra en productos de
energía, se fusionó con la Commodities Exchange,
más fuerte en metales. El
año pasado, las bolsas de café y
algodón de Nueva York también anunciaron una
fusión.

El PROCESO DE GLOBALIZACIÓN

En los últimos dos decenios del siglo veinte se
han desencadenado una serie de procesos de gran trascendencia,
tanto por la magnitud de los efectos generados como por la
complejidad que estos asumen en su expresión
fenoménica, en donde se advierte la inmediata y
recíproca dependencia con la cual están
concatenados. De estos procesos destacan dos: las formas en las
cuales se desarrolla competencia en el mercado global y; la
acelerada dinámica del desarrollo científico
tecnológico ambos, responsables de las transformaciones
que de manera dramática alteran la configuración
tecno-económica, modificando el conjunto de premisas
organizativas y científico-tecnológicas así
como de las formas de comprensión que durante largo
tiempo
posibilitaron el despliegue de un cierto modelo de
desarrollo (centro-periferia) y de una particular estructura
bipolar del poder
mundial.

Por otra parte, estos proceso también han
provocado el derrumbe de muchas de las certezas que guiaron gran
parte de la actividad en la época moderna; certezas
derivadas a
partir de marcos teóricos de interpretación hoy
bajo serios cuestionamientos, pues ellos no facilitaron una
compresión ni mucho menos la previsión de la
dinámica y magnitud que asumen las actuales
transformaciones. Junto con ello, se desdibujan valores,
ideologías y doctrinas políticas, sociales y
económicas que impregnaron de sentido a los proyectos
individuales y colectivos de una parte importante de la
humanidad. Por ello, han sido abandonadas, o por lo menos no
tienen el poder de convocatoria que antes tuvieron.

En el plano económico, por ejemplo, parece
evidente que al mercado le fue otorgado un rol preponderante: se
impone como el instrumento más apropiado para manejar los
intereses competitivos. En el plano político, por su
parte, la democracia representativa es considerada como el medio
de mayor eficacia para
elegir entre orientaciones políticas diferentes. En el
plano social, las cosas no están muy claras. Sin embargo,
una tendencia parece imponerse; los gobiernos abandonan la
pretensión de una sociedad más equitativa que
asegura el bienestar social para el conjunto de los ciudadanos,
propiciando en cambio, el
surgimiento entre los individuos, de atomizadas formas de
autoayuda, mediadas por el mercado y no por formas colectivas de
solidaridad.

Estas consideraciones que dominan en la política
económica contemporánea, de algún modo,
configuran un sistema político, económico y social
ligado en forma indisoluble a dos procesos – estrechamente
relacionados, mismos que emergen como distintivos en este
último cuarto de siglo: la competencia derivada de la
economía global y; la dinámica del desarrollo
tecnológico, que además de generar las condiciones
para la consolidación de un cierto sistema, imponen a
escala planetaria un nuevo paradigma del
quéhacer eficiente, entendiendo por ello la
sustitución de un modelo rector del progreso
tecnológico/comercial que las empresas utilizaban para
identificar y desarrollar los procesos, productos y
sistemas de
gestión
más rentables a partir de las alternativas
tecnológicas que estaban disponibles en el
mercado.

Las nuevas formas e intensidades que la competencia
adquiere en el marco de una economía globalizada,
manifiestan su significado e importancia por una parte, en las
colosales dimensiones que adquieren las entidades
económicas líderes del mercado global y; por otra,
en las modificaciones que está experimentando la conducta
empresarial.

Las dimensiones y las complejas articulaciones y
características que adoptan las estructuras
tecno/económicas de los conglomerados productivos,
financieros y comerciales contemporáneos, simbolizados por
las empresas transnacionales, que aunque poseen elementos comunes
son extremadamente diferenciadas. Se derivan de una misma
lógica de acumulación, esto se corresponde a un
mismo proceso de concentración y centralización del
capital, pero se cristalizan en distintas formas y por ello, no
existen modelos
únicos susceptibles de ser aplicados en forma
universal.

Un ejemplo de lo anterior se visualiza en la industria
de las telecomunicaciones. Por una parte se puede observar la
constitución de la más grande
compañía global en los negocios de
las comunicaciones
que se origina con la fusión de las empresas Time- Warner
y Turner con ventas
combinadas que superan los veinte mil millones de dólares
anuales que busca en la centralización de las decisiones
ubicar la forma más eficaz para incrementar la rentabilidad
de sus negocios. Por el contrario, en el mismo sector la AT&T
anuncia la división del conglomerado en tres estructuras
separadas y autónomas de manera tal que las nuevas
compañías sean más responsables frente a sus
clientes, al
mismo tiempo que permite aminorar los crecientes costos de
gestión
que generalmente acompañan a los procesos decisorios
hipercentralizados.

En lo que se refiere a la conducta
empresarial -en el contexto de una competencia globalizada – se
observa la adopción
de una estrategia muy
singular en la cual se combinan simultáneamente
tácticas de competencia y colaboración inter y
entre-empresas. Para ejemplificar lo anterior seguiremos con el
ejemplo del sector de las telecomunicaciones que para muchos
observadores se ha constituido en el núcleo del desarrollo
industrial para finales de este siglo.

La magnitud del mercado global de las comunicaciones
puede ser visualizada conociendo la cifra de sus ventas
anuales, mismas que giran en torno a los
cuatrocientos mil millones de dólares anuales. Estas
cifras tenderán a crecer en un futuro inmediato debido a
dos factores:

  1. La liberalización de los mercados y la
    privatización de los servicios,
    procesos que se están llevando a cabo a escala mundial
    están modificando dramáticamente la
    configuración de los mercados exigiendo a las empresas
    del sector un cambio radical en sus estrategias
    antes basadas en la manutención de posiciones
    monopolices derivadas de su naturaleza
    tecnológica. Estas mismas empresas por una parte ven
    multiplicadas sus oportunidades de negocios, pero al mismo
    tiempo deben afrontar una aguda competencia en el
    abastecimiento de equipos de telecomunicación como en el
    equipamiento y operación de las redes de servicios
    y;
  2. La incesante multiplicación de opciones
    tecnológicas que ofrecen a los usuarios las nuevas
    tecnologías de "multimedia" que
    hacen posible la combinación de imágenes
    virtuales, películas en movimiento,
    sonido,
    textos y datos que
    permiten la transmisión casi instantánea y un
    procesamiento oportuno y eficaz de enormes, variados y
    complejos volúmenes de información.

Sin embargo, en relación a los efectos generados
por la innovación en éste sector
quizás de mayor importancia sean las asociaciones que
están siendo forjadas entre las empresas de
telecomunicación tales como aquellas dedicadas a la
información de sistemas
tecnológicos, las que proveen información, las
compañías de publicidad,
editoriales medios
escritos y electrónicos, etc. La computación, las telecomunicaciones, la
publicidad,
la
educación y el esparcimiento están generando no
sólo productos y servicios complementarios sino más
bien, mercancías de muy difícil
diferenciación.

Con el fin de asegurar la sobrevivencia y
expansión de la empresas del sector telecomunicaciones en
el mercado global, éstas han sido obligadas a establecer
sofisticadas alianzas estratégicas. De entre las
más importantes cabe mencionar la asociación entre
la British Telecom y la MCI a través de la compra del 20%
de las acciones de esta última empresa (cuatro
mil trescientos millones de dólares) iniciando una nueva
compañía Concert que ofrece desde servicios
telefónicos hasta complejos sistemas de conexión ;
la asociación denominada Unisource entre las empresas de
telecomunicación de Holanda, Suecia, España y
Suiza conjuntamente con la ATT; la Infonet, asociación
entre la AT&T, la France Telecom, la KDD (Japón),
Telstra (Australia) Telia (Suecia), Telefónica (España);
la Transpacific asociación que cuenta entre sus miembros a
la AT&T, la KDD, la Unitel (Canadá), Korea Telecom,
Telstra y la empresa de
telecomunicaciones de Nueva Zelandia. En Japón la Nippon
Telegraph and Telephone (NTT) la segunda empresa
más importante a nivel mundial en el sector ha cerrado
tratos con la AT&T, la General Magic, Microsoft,
Silicón Graphics, Sony y un importante número de
otras empresas ligadas a la generación de avanzados
servicios interactivos que ofrece la tecnología de la
multimedia,
buscando aplicaciones en los campos científicos y
tecnológicos, en los negocios, en los servicios de
educación
y de salud, así
como en los servicios de bienestar social y recreación
y esparcimiento.

En estas alianzas se pueden observar que la estrategia se
basa en el establecimiento de lazos de cooperación de
distintos tipos y objetivos, ya sean de carácter
permanente o temporal. La primera forma de alianza
estratégica se establece a través de fusiones,
proyectos
conjuntos de
inversión y/o la integración de redes y estructuras
productivas para la generación de un insumo, producto o
línea de productos. Por su parte, en las temporales las
empresas buscan asociaciones delimitadas en el tiempo,
diseñadas a partir de objetivos específicos, sean
estos contribuir en la investigación y desarrollo de un
producto o insumo principal o, con el fin de controlar
importantes segmentos de los mercados nacionales, regionales y
globales. Aquí cabe destacar la singularidad de estas
formas de cooperación. Ellas a pesar de establecer una
estructura oligopólica en los mercados globales más
dinámicos sin embargo, no pueden eliminar la competencia,
inclusive, ésta se estimula entre asociaciones en las que
participa una misma empresa, ya que las alianzas cristalizan en
unidades económicas autónomas que están
obligadas a lograr un uso eficiente de los recursos y lograr la
mayor rentabilidad
posible.

Existen otros aspectos de la competencia global que es
preciso destacar. Decíamos anteriormente que la
competencia es reforzada, intensificada y canalizada a
través de mecanismos diseñados para incrementar
aquella eficiencia
empresarial que le permita la sobrevivencia y expansión a
través de las alianzas estratégicas. Sin embargo,
la competencia se desplaza también a otros ámbitos
y se le agregan, por tanto, otros objetivos.

Uno de ellos es reducir los conflictos
sociales -al interior de la empresa-
reemplazando las formas tradicionales de mediación y
negociación de los sujetos colectivos
(sindicatos)
por formas competitivas, es decir, ubicando a los trabajadores en
férreas formas de competencia en las cuales los individuos
luchan entre sí para asegurarse una privilegiada
inserción laboral
ubicándose en los nichos productivos más
dinámicos (aquellos de mayor expansión y
rentabilidad) y con ello, reducir la incertidumbre del desempleo y/o la
expulsión hacia ramas estancadas de la actividad
económica. En este marco, la conducta estratégica
de los trabajadores se dirige, entonces, hacia el drástico
incremento de sus conocimientos, habilidades y destrezas,
capacitándose para mostrar eficiencia ante
un mercado laboral
(especialmente el de las empresas transnacionales) cada vez
más reducido y competitivo.

Con el fin de profundizar esta línea de
argumentación y el análisis de estos procesos
tomando como hilo conductor la competencia que emerge de la
economía globalizada se hace imprescindible, destacar un
fenómeno de suma importancia que se ha hecho por sí
mismo evidente hacia el final del siglo veinte: la
corporación transnacional y el rol central que ella asume
en relación a los cambios que están
ocurriendo.

A través de esta peculiar forma de organización económica, la cual
comúnmente ha sido comprendida y conceptualizada como
proceso de transnacionalización de la economía
mundial, se busca comprender el creciente rol de las empresas
transnacionales globales y con ello, conocer la evolución de una parte significativa de las
determinaciones más importantes de la política
económica internacional contemporánea.

Una cifra da cuenta de la importancia de la empresa
transnacional global. Seiscientas de ella, ya en 1985, eran
responsable de la generación de más del 20% del
valor agregado total en la industria y la agricultura.
Las líneas de negocios principales de estas empresas
globales se concentran en la industria petrolera, en la
producción de máquinas y
equipos, en la industria petroquímica fina, la automotriz,
aeroespacial, telemática, cibernética, microelectrónica,
etc.

Para efecto de nuestro trabajo en relación a las
empresas transnacionales globales y la competencia queremos
destacar un aspecto específico de su actividad. Nos
referimos no sólo al hecho por demás conocido de
que las transnacionales están incesantemente incrementando
los flujos del comercio y de
la inversión sino más bien, nos interesa resaltar
la estructura de este intercambio. Esto es, la importancia
creciente que en estos flujos están adquiriendo las
denominadas operaciones
internas de una red global en
expansión: el intercambio de insumos y de bienes
tecnológicos (resultados de la investigación y
desarrollo) al interior de la empresa transnacional global –
entendiendo por ello no sólo una empresa o un
conjunto de empresas ligadas por un centro de control
financiero común – sino que más bien, con este
concepto queremos enunciar una compleja y extendida red de relaciones de
competencia y colaboración (alianzas estratégicas)
y que progresivamente se van integrando en vastos conglomerados o
sistemas complejos de interdependencia en donde las tareas de
investigación y desarrollo, las de producción,
mercadeo y
financiamiento
se van compartiendo y configurando entidades económicas y
organizacionales de vastas proporciones y de singulares
atributos.

 

1. El incremento de la
competencia y las formas de cooperación en el mundo de
la empresa transnacional

Efectivamente, es fácil constatar que la
última década fue marcada por el incremento de la
interdependencia y la
globalización de los mercados a través de una
rápida aceleración de los flujos del comercio y
de la inversión, la creación y difusión de
nuevas
tecnologías, el explosivo crecimiento de los
mercados de capital y la integración de los mercados
financieros, así como por la modificación de
las conducta que guían las operaciones
empresariales ahora ubicadas en un ámbito planetario.
Los actores primarios de este proceso de globalización
obviamente son las empresas transnacionales, a través de
los flujos de inversión y del fortalecimiento de los
lazos corporativos.

Esta transformación empero, no transcurre sin
conflictos.
Estos procesos generan una creciente rivalidad entre las
transnacionales, representadas política y comercialmente
por los gobiernos nacionales de los países centrales y/o
los bloques regionales. Por otra parte, el altísimo
costo en el
que se incurre para mantener a las empresas en situaciones
tecnológicamente competitivas paradójicamente,
está fomentando una singular forma de cooperación
denominada alianza estratégica, o también
definida bajo la conceptualización del llamado
"tecnoglobalismo". En síntesis, nos encontramos con una nueva
forma de vinculación inter-empresas, llevada a cabo a
través del establecimiento de complejas redes
internacionales, tejidas por las empresas transnacionales en su
incesante búsqueda tendiente a reducir costos y
disminuir las elevadas incertidumbres propias de procesos
productivos que requieren elevados volúmenes de
inversión, derivados del alto grado de contenido
tecnológico que conllevan sus productos y
servicios.

Así, al conjuntar sus esfuerzos de
investigación y desarrollo con sus empresas rivales –
incluso con aquellas con las cuales se disputan los mismos
mercados- disminuyen la magnitud de sus inversiones
al compartirlas entre varias empresas pero, además,
logran disminuir los niveles de incertidumbre, pues se
están asociando con sus principales competidores
tecnológicos y el riego de que aparezca un producto con
mayor innovación incorporada en ese particular
segmento de mercado disminuye notablemente.

Postulamos como común denominador de todos
estos cambios, esto es una de las determinaciones
básicas de estos procesos de transformación, el
reforzamiento de la competencia y como efecto inmediato para
las empresas se impone la urgente necesidad de conocer y
respetar las reglas de este nuevo juego: la
competencia en una economía global.

Esta nueva forma de competencia no ha afectado a todos
los países y empresas por igual. En alguna manera
extremadamente simplificada se podría decir que un
puñado de innovaciones de empresas japonesas en los
sectores automotriz, semiconductores, computadoras, microelectrónica, equipos
de oficina,
máquinas- herramientas
sacudieron a las empresas norteamericanas y europeas pues
ocuparon agresivamente importantes posiciones del mercado
internacional y cubrieron importantes segmentos de sus mercados
internos. Las empresas norteamericanas fueron las más
perjudicadas pues fueron expulsadas de sus confortables
posiciones oligopólicas conquistadas desde la
postguerra. Por su parte en Europa, cuando incluso la
asistencia gubernamental supranacional (Comunidad
Económica Europea) fue incapaz de seguir protegiendo las
empresas de esta competencia (mediante barreras y recursos de
capital para el desarrollo de nuevos conocimientos y
tecnologías) las empresas tuvieron que enfrentar la
tarea de mejorar sus capacidad de competir internacionalmente.
En este sentido, la nueva era de la competencia internacional
está basada en un puñado de miles de grandes e
innovativas empresas líderes que desarrollan sus
actividades en un reducido número de ramas industriales;
no más de una docena de industrias
de alta tecnología e intensivas en uso de capital
que tienen como objetivo servir a los tres mercados más
importantes y dinámicos: Estados Unidos, Europa y
Japón.

Estos fenómenos han originado importantes
procesos entre ellos, el de la reestructuración
industrial lo cual constituye un aspecto central para este
nuevo orden industrial internacional que genera la
economía global.

Uno de los trabajos más fructíferos en
torno a la
reestructuración industrial (Kaplinsky, R. 1990)
señala que este fenómeno a lo menos ha sido
comprendido mediante distintas interpretaciones de entre ellas
podemos destacar las siguientes.

De acuerdo a los regulacionistas franceses la
reestructuración es el medio por el cual adviene un
determinado patrón de acumulación sostenible
basado en el régimen de acumulación (que
equilibra consumo,
ahorro e
inversión) y el modo de regulación(formas
institucionales y patrones sociales de conducta que determina
el régimen de acumulación).

Por su parte, los Schumpeterianos estructuralistas
visualizan estos fenómenos como procesos generados por
ciclos de onda larga de cincuenta años de rompimientos
tecnológicos fundamentales que sostienen el crecimiento.
Por ejemplo, los ciclos de crecimiento industrial previos, de
acuerdo a este esquema estarían basados en la industrial
textil, acero,
ferrocarriles y maquinarias de combustión interna. Posteriormente
irrumpe la industria química y
siderúrgica y el recurso energético principal es
la electricidad.
Más tarde son otras las ramas dinámicas,
destacando por sobre todo la industria automotriz, la
explotación del petróleo y la industria petroquímica. Por último, aparecen
ramas tales como la microelectrónica, la robótica, la generación de nuevos
materiales,
la telemática, informática, cibernética, los sistemas
expertos, etc.

Otra interpretación visualiza la presente
transición en términos del agotamiento del
paradigma de
producción masiva, esto es, que la producción de
mercancías estandarizadas mediante el uso de
máquinas con propósitos especiales y una
rígida división del trabajo es ahora reemplazada
por un nuevo paradigma de especialización flexible
basado en la producción de pequeños lotes de
productos diferenciados, generados con maquinaria de uso
múltiple integradas en cadenas productivas flexibles,
autoreguladas y diseñadas por sistemas
expertos y por la inteligencia
artificial; modificaciones que necesariamente implican la
adopción
de nuevas formas de organización del trabajo. En otras
palabras, se interpreta la reestructuración industrial
en términos de una transición desde la
máquina-factura a la
sistemo-factura,
esto es una nueva práctica organizacional en la cual la
integración de las unidades productivas, vía la
tecnología automatizada, generan nuevas relaciones
inter-firmas y prácticas integrales
de trabajo supeditadas a orientaciones individuales.

Cada una de estas interpretaciones contiene alguno de
los elementos que conforman la esencia de este nuevo orden
industrial internacional que se está configurando en
este fin de siglo.

2. La empresa transnacional
y los procesos de globalización, especialización
y regionalización

El rol preponderante de las corporaciones
transnacionales, en el campo de la reestructuración
industrial, se visualiza especialmente en relación a las
dos áreas principales, en las cuales se ha incrementado
la competencia internacional, el comercio y la inversión
directa.

Antes, con el objeto de una mejor comprensión
del fenómeno del incremento de la competencia
internacional parece pertinente referirse primero a la naturaleza de
la evolución del capitalismo y la descripción de los más importantes
rasgos que caracterizan a la empresa industrial
moderna.

La primera fase del capitalismo se caracteriza por la
empresa familiar. A finales del siglo IX una nueva forma de
capitalismo aparece en Europa y Estados Unidos: el capitalismo
gerencial. El capitalismo gerencial estaba basado en el
reclutamiento de ejecutivos profesionales los
cuales emprendieron proyecto de
inversión a largo plazo e implementaron
prácticas organizacionales para asegurar cuotas del
mercado. Sin embargo, en este capitalismo gerencial al menos se
pueden observar dos formas distintas a saber; el gerencial
competitivo y el gerencial cooperativo. El primero en EEUU y el
segundo en Alemania.

El gerencialismo competitivo que reguló la
expansión de las actividades manufactureras en los
Estados Unidos se constituyó en una de la más
despiadadas formas de competencia entre las principales
núcleos industriales. El nudo de las ventajas
competitivas se manifestó en la innovación y en
un proceso productivo basado en la explotación de
economías de escala, a través de fuertes
inversiones de capital que diseñaron inmensas
líneas de producción de productos estandarizados,
todo esto complementado con fuertes inversiones en marketing y
en el desarrollo de estrategias de
expansión en los mercados nacionales. El éxito
de estas estrategias se puede simbolizar en el fordismo que
posibilitó la producción masiva de
automóviles, considerado como la realización del
sueño americano.

En Alemania, el capitalismo gerencial fue en grandes
términos similar al desarrollo en los Estados Unidos sin
embargo, es posible advertir tres diferencias:

  1. Las empresas alemanas se concentraron más bien
    en bienes
    intermedios y de capital, logrando un significativo desarrollo
    en la industria química-farmacéutica, la
    producción de aceros y la industria de maquinaria
    pesada.
  2. Las ventajas competitivas de las empresas alemanas se
    basaban tanto en las economías de escala como en las
    economías dirigidas.
  3. La relación inter-empresas (con abastecedores
    y competidores) y la intra-empresa (con el trabajo)
    tienden a ser más bien cooperativas
    que competitivas. Empero, el estímulo principal para
    esta cooperación fue el fenómeno de la
    concentración del capital industrial que posibilita la
    coordinación de las operaciones de
    negocios a través de la constitución de grupos
    financieros. En efecto, actualmente los diez bancos más
    importantes poseen un control accionario decisivo sobre las 100
    empresas más importantes del país. Esta forma de
    dirección de las empresas le permite a Alemania
    convertirse en una de las más fuertes economías
    industriales de Europa y en una de las economías
    más competitivas a nivel mundial.

Sin embargo el ejemplo más pleno del
capitalismo gerencial cooperativo es Japón. Este sistema
le ha permitido colocarse en posiciones de control de
importantes mercados globales en la mayor parte de las
actividades industriales de mayor dinamismo. De entre las
características más importantes de este modelo de
capitalismo, destaca el compromiso estratégico de largo
plazo para con la innovación y el continuo mejoramiento
de los productos. Por otra parte, en lo que se refiere a la
cooperación esta toma nuevas características que
la refuerzan. En lo referente a las relaciones
laborales introduce en los salarios el
principio de que los trabajadores no son pagados tanto por la
tarea productiva sino más bien por aquellas tareas que
el trabajador es capaz de realizar. Por otra parte, y de mayor
importancia aún, en término de las relaciones con
otras empresas destaca la formación de los Keiretsu o
alianza estratégica de negocios, configurando
asociaciones permanentes entre diferentes empresas, de tal modo
que el conjunto de compañías japonesas más
competitivas internacionalmente están organizadas en
sólo seis grupos de
negocios, centralización que les posibilita
además, operar bajo una estrecha colaboración con
organismos gubernamentales, particularmente en la
investigación y desarrollo de productos de
tecnología de punta y para la detección y captura
de nuevos mercados.

De lo anterior, se podrían deducir algunas
conclusiones preliminares. Parece indudable que la fuerza
rectora de la competitividad internacional es el modo
capitalista de producción que aunque se manifieste en
alguna formas específicas o variantes nacionales -e
incluso que estas variantes sean importantes, no impiden
incluir a todas estas experiencias en un mismo modelo de
economía de mercado. Las diferencias entre el
capitalismo gerencial competitivo y el capitalismo gerencial
cooperativo se encuentran entonces en tres puntos: en el rol
del gobierno en la
actividad económica; en los horizontes temporales
considerados en los procesos de toma de
decisiones y; en la naturaleza de las relaciones
inter-empresas e intra-empresas (las relaciones
laborales).

La teoría acerca de las etapas del
desarrollo competitivo (Porter,M. 1990), reelaboradas
más tarde por Ozawa (Ozawa,T.1992) es muy ilustrativa al
respecto. Porter describe el desarrollo competitivo de las
economías nacionales en términos de cuatro
etapas, las cuales son sintetizadas a través de ciertas
características competitivas secuenciales.

Para la primera etapa, las actividades basadas en los
recursos
naturales y en las manufacturas intensivas en uso de
trabajo son centrales para la obtención de las ventajas
competitivas. En la segunda etapa, en cambio, la actividad
económica estaría basada en la fabricación
de bienes intermedios y de capital (industria química y
pesada), la tercera en la generación de la
infraestructura (vivienda, transportes, comunicaciones). En la
cuarta etapa, la actividad económica estaría
impulsada por las inversiones; el éxito
empresarial descansa en el investigación y desarrollo
derivados de un pleno uso del capital
humano.

Por su parte, Ozawa ha mejorado el esquema demostrando
como la experiencia japonesa configura un modelo en el cual
resaltan las relaciones de interdependencia entre el
mejoramiento estructural, las ventajas comparativas
dinámicas y la inversión
extranjera directa, conjuntamente con la unión de
las estrategias de uso intensivo de capital y uso intensivo de
recurso humano calificado para la generación de un
constante progreso tecnológico. De esta manera, se puede
comprender como un estadio particular del desarrollo
competitivo es asociado con un patrón específico
de exportación, basado en la
adquisición y consolidación de niveles de
competitividad. Así, el primer estadio
estaría caracterizado por ventajas comerciales basadas
en factores, produciendo mercancías primarias y bienes
de uso intensivo de trabajo. Por su parte, el estadio guiado
por la inversión basaría en cambio sus ventajas
competitivas en la producción a escala de bienes
intensivos en capital. Por último, el estadio de la
innovación – que basa sus ventajas en la
investigación y el desarrollo – se caracteriza por la
exportación de productos cada vez
más sofisticados tecnológicamente.

En este sentido, el crecimiento
económico y la transformación sería
acompañada por un cambio en los patrones de las ventajas
comparativas dinámicas. Debe ser mencionado
además, que estos cambios no suceden a partir de
transformaciones instantáneas, más bien son el
resultado de progresivas transiciones caracterizadas por el
surgimiento y caída de actividades económicas
específicas y puede ser conceptualizado como un cambio
en el centro de gravedad de la economía como una
totalidad.

Pero quizás el aporte más importante de
Ozawa es destacar la relación tan importante que tiene
la inversión extranjera directa en los cambios
estructurales de la economía.

3. El comercio
internacional: globalización y
especialización

La principal alteración del sistema de comercio
internacional ha sido su notable expansión; el
surgimiento de nuevos exportadores (Japón y los
países asiáticos) la apertura de los mercados de
Norte América mediante el Tratado de Libre
Comercio y en una menor medida la apertura de los mercados
europeos responsables y en general la liberalización de
mercados propuesta e impuesta a los países en
vías de desarrollo son responsables de este incremento
en los flujos del comercio mundial.

En Japón y Estados Unidos durante el
período 1970-89 se puede observar una significativa
especialización en su comercio internacional a
diferencia de los países de la Comunidad
Económica Europea. De los países más
importantes Japón -en las dos últimas
décadas- ha duplicado sus exportaciones en los sectores basados en la
generación de conocimientos (química fina,
componentes microelectrónicos y telecomunicaciones) que
son áreas caracterizadas por actividades innovativas
directamente ligadas a ingentes gastos en
investigación y desarrollo, lo que produce efectos para
el conjunto del sistema económico, en tanto que sirven
como insumos intermedios y de capital para un gran
número de otros sectores industriales y de
servicios.

Por otra parte, es posible observar el crecimiento de
la industria de bienes de capital especializada (instrumentos y
máquinas de ingeniería tales como máquinas
herramientas) actividades caracterizadas por una
muy alta diversificación de la oferta,
destinadas principalmente a ser insumos para actividades
industriales que preferentemente utilizan economías de
escala y procuran dominar la oferta
mediante la captura de nichos de mercados. Este tipo de
especialización comercial característico para
Japón es particularmente evidente en los esfuerzos de
investigación y desarrollo en los sectores industriales
basados en la microelectrónica, tales como los sistemas
de procesamiento de
datos y el de componentes electrónicos y
telecomunicaciones, retirándose paulatinamente de los
sectores tradicionales. Sobre estos mismo fenómenos
encontramos otras visiones una visión adicional de este
fenómeno. Mandeng ( Mandeng, O. J. 1991) por ejemplo,
postula que el crecimiento
económico ha llegado a ser cada vez más
independiente de la intensidad de los flujos del comercio
internacional y que los elementos dinámicos
estarían centrados en grandes empresas que producen
manufacturas tecnológicamente complejas para mercados
globales imperfectamente competitivos. Allí, es donde
los nuevos actores estarían rápidamente mejorando
sus resultados en el comercio internacional.

Fajinzylber por su parte, (Fajinzylber, F. 1991) a
partir del trabajo de Mandeng, ubica no solo a los
países ganadores, aquellos que han incrementado su cuota
de mercado, sino que también analiza estas ganancias de
acuerdo a los principales productos involucrados. En este
sentido distingue productos que están gozando de un
incremento en la cuota de mercado de aquellos que la
están perdiendo. Para ello acuña la figura de los
productos "dinámicos" y los "descendentes". Los
países ganadores incrementan sus cuotas de mercado a
través de productos "dinámicos". Los
países perdedores pueden perder sus cuotas de mercado
con productos dinámicos (una situación definida
como "pérdida de oportunidades") o con productos
"descendentes" en una situación denominada "retirada".
Naturalmente, la mezcla de productos para virtualmente todos
los países contiene ejemplos de ambas clases.

Entre los principales países de la OECD,
Japón claramente es el que ha obtenido las mayores
ganancias en cuotas de mercados y más importante
aún, cerca del 80% de sus exportaciones están ubicado en una
óptima situación y casi todas ellas son
manufacturas que no están basadas en recursos
naturales. Con pocas excepciones, los países de la
Unidad Económica Europea, aunque es posible observar
ganancias en sus cuotas de mercado, éstas son
significativamente menores a las alcanzadas por los
países asiáticos y, enfrentan muchas
oportunidades perdidas en sus resultados de exportación.
No obstante, se hace necesario destacar el hecho que a pesar de
las pérdidas sus exportaciones (en gran parte) no son
manufacturas basadas en la explotación de recursos
naturales. La situación es crítica para
países como Australia y Nueva Zelandia que basan sus
exportaciones en recursos naturales y manufacturas directamente
relacionadas con actividades primarias. Bajo este mismo esquema
propuesto por Fajinzyber los Estados Unidos estarían
perdiendo importantes cuotas de mercado debido a que un
número menor de sus productos se encuentran en la
situación óptima y peor aún, muchos de sus
productos se ubican en la zona de "las pérdidas de
oportunidades". Una proporción similar de productos de
exportación se encontraría en la fase de
retirada.

Este esquema demuestra un dramático cambio en
las relaciones comerciales de los países de la OECD
generando diversos efectos el más importante es el
apresuramiento de las iniciativas de integración de los
bloques regionales, especialmente de aquellos países que
están perdiendo cuotas en el mercado mundial, Estados
Unidos con el TLC y los
países europeos con la Unión Económica
Europea.

4. La
globalización y la inversión
directa

Otro aspecto de suma importancia para la
compresión de los procesos que originan la
globalización es indudablemente la inversión
directa. Desde los años 80s la dinámica que se
observa en los flujos de la inversión directa
internacional es notoriamente superior a la dinámica que
se presenta en el comercio internacional y se convierte en un
componente principal del crecimiento económico. Una de
las medidas más eficaces tomadas por las empresas
transnacionales para eliminar las restricciones al comercio
internacional fueron indudablemente las inversiones
condicionadas. Se negociaban inversiones en los distintos
países a condición del levantamiento selectivo de
barreras arancelarias. Por lo mismo, quizás es que el
proceso de transnacionalización propicia,
simultáneamente, el fortalecimiento de tendencias hacia
la globalización y la regionalización.

La regionalización podría ser explicada
advirtiendo el significado e importancia del hecho de que cerca
de la mitad de flujos comerciales de Japón y de los
Estados Unidos están directamente relacionados con la
inversión externa directa, esto es se trata de
operaciones entre compañías transnacionales. Es
interesante observar, por otra parte, que alrededor del ochenta
por ciento de los flujos de inversión externa directa se
concentran en una triada conformada por Estados Unidos, los
países de la Comunidad Económica Europea y
Japón. Que los países donde se originan los
flujos de inversión (fuentes) son
los miembros de la Comunidad Económica (con un promedio
anual de 39 mil millones de dólares en el período
que transcurre entre 1985, y 1989 y Japón que para el
mismo período incrementa seis veces sus inversiones
alcanzando la suma de 111 mil millones. Lo anterior
también podría explicar la concentración
de los flujos comerciales en esta tríada pues el 67% del
comercio mundial se efectúa entre estos tres grupos de
países. (UNCTC, World Investment Report,
1991).

La importancia de las tendencias hacia la
regionalización que acompañan al proceso de
globalización se puede advertir en múltiples
aspectos. En primer lugar las empresas transnacionales que
actúan en el mercado global deben concebir e implementar
estrategias específicas para cada uno de los tres
más importantes mercados que componen la tríada,
específicamente en relación al diseño de los productos, el mercadeo y
distribución, la red de abastecimiento,
finanzas, comercio e inversión externa. En este sentido,
varios autores (Agosin, M. y Tussie, D. 1992) han puesto en
evidencia la importancia que tiene para los flujos del comercio
internacional las diferencias existentes entre las distintas
prácticas institucionales de los países que
componen la Tríada pues afectan directamente a las
ventajas competitivas.

En segundo lugar, las industrias
de alta tecnología que se convierten en las empresas
líderes de la competencia global no están
igualmente distribuidas entre los países. Esto implica,
muchas veces, que ante un incremento de la competencia los
gobiernos se sienta impulsados a generar políticas
diseñadas para alcanzar o mantener sectores
económicos competitivos, al mismo tiempo que generan
medidas que dificultan el desarrollo de los negocios de las
empresas "extranjeras". Un ejemplo notorio de lo anterior lo
constituye el MIT (el ministerio japonés para el
comercio internacional y la industria) que toma medidas que
incluyen desde la asignación dirigida del gasto
público (compras
gubernamentales hacia determinadas empresas) hasta la
subvención de investigación y desarrollo para
áreas específicas del desarrollo
científico/tecnológico.

En tercer lugar los países miembros de la
Tríada influyen decididamente en la definición de
las reglas del juego con
respecto al sistema multilateral. Entre las parte más
importantes del sistema cabe mencionar a la
Organización Mundial de Comercio, la
Organización para la cooperación
económica y el desarrollo (OECD), el sistema que regula
las finanzas
internacionales (FMI, Banco
Mundial, el Banco Internacional de Pagos (BIS) y el sistema
de Naciones
Unidas. A través de estos organismos los
países desarrollados agrupados en el "grupo de los
siete" (Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia,
Reino Unido, Italia y
Japón) negocian las políticas globales en
relación a las tasas de intercambio, las tasas de
interés, al financiamiento externo, y de manera importante
influyen sobre las tendencias hacia la globalización y
regionalización.

Parece que para una cabal comprensión de los
fenómenos que nos preocupan los esfuerzos
teóricos basados en la conceptualización de las
ventajas comparativas de las naciones no son suficientes. Por
ello, habría que acudir hacia aquellas investigaciones
basadas en las ventajas competitivas de las empresas, mismas
que colocan el énfasis en la decisiva importancia que
adquiere la investigación y desarrollo, la
innovación y la tecnología para la
obtención de roles y jerarquías de privilegio en
la nueva división internacional del trabajo y del
comercio.

Partes: 1, 2, 3, 4
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